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jueves, 1 de diciembre de 2011

Elegía

(Del lat. elegīa, y este del gr. ἐλεγεία).

1. f. Composición poética del género lírico, en que se lamenta la muerte de una persona o cualquier otro caso o acontecimiento digno de ser llorado, y la cual en español se escribe generalmente en tercetos o en verso libre.



ELEGÍA

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.


Miguel Hernández

2 comentarios:

  1. Un enlace con la elegía a Ramón Sijé, de Miguel Hernández, recitada.

    http://www.youtube.com/watch?v=ct5EVAgI2u4

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  2. Una elegía de León Felipe, poeta español nacido el 11 de abril de 1884 en Tábara (Zamora)y murió en Ciudad de México el 18 de septiembre de 1968.


    A la memoria de Héctor Marqués, capitán de la Marina mercante española, que murió en alta mar y lo enterraron en Nueva York.

    Marineros,
    ¿por qué le dais a la tierra lo que no es suyo
    y se lo quitáis al mar?
    ¿Por qué le habéis enterrado, marineros,
    si era un soldado del mar?
    Su frente encendida, un faro;
    ojos azules, carne de iodo y de sal.
    Murió allá arriba, en el puente,
    en su trinchera, como un soldado del mar;
    con la rosa de los vientos en la mano
    deshojando la estrella de navegar.

    ¿Por qué le habéis enterrado, marineros?
    ¡Y en una tierra sin conchas! ¡¡En la playa negra!! ... Allá,
    en la ribera siniestra
    del otro mar;
    ¡Nueva York!
    —piedra, cemento y hierro en tempestad—.
    Donde el ojo ciclópeo del gran faro
    que busca a los ahogados no puede llegar;
    donde se acaban las torres y los puentes;
    donde no se ve ya
    la espuma altiva de los rascacielos;
    en los escombros de las calles sórdidas
    que rompen en el último arrabal;
    donde se vuelve la culebra sombría de los elevados
    a meterse otra vez en la ciudad...
    Allí, la arcilla opaca de los cementerios, marineros,
    allí habéis enterrado al capitán.

    ¿Por qué le habéis enterrado, marineros,
    por qué le habéis enterrado,
    si murió como el mejor capitán,
    y su alma —viento, espuma y cabrilleo—
    está ahí, entre la noche y el mar...?

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